Apuntes sobre los niños desatentos e hiperactivos, desde la perspectiva de Beatriz Janin.
- Ivana Stivanello
- 17 jun 2021
- 5 Min. de lectura
El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad se presenta como déficit neurológico con el que el niño pasa a “ser”: es un ADD. Con esta clasificación se dice que alguien es, entonces no habría psiquismo en estructuración, en crecimiento, no habría historia, ni contexto familiar y social. Establecido así, pronto queda ocupando un lugar, que puede ser pensado como una trampa, porque no hay posibilidad de cambio. No debemos dar lugar al “es”, no podemos permitir que el niño y su devenir queden coagulados, es otro el lugar que nos convoca.
Señalado como un trastorno genético al que le corresponden medicación y modificación conductual, con lo cual pareciera que se resolvería el conflicto. Esto no nos habla de un niño que siente, que vivencia, que sufre, que experimenta temores, angustias e intereses; sino de alguien al que hay que adaptar, a enseñarle como debe comportarse en el ámbito escolar. Aunque en el entorno familiar, las coordenadas sean otras.
Partimos de sostener que la estructuración psíquica se da en relación con otros significativos. En palabras de Janin: “sus malestares, sufrimientos, dificultades, son efectos generalmente de deseos, prohibiciones, identificaciones, defensas del psiquismo infantil pero también del de los padres y otras personas del entorno” (Janin, B, 2014, p 26).
Cierto es que se presentan en gran cantidad de niños, dificultades en el sostenimiento de la atención durante la situación de aprendizaje. Pero planteamos que tanto los trastornos en la atención como en la motricidad requieren ser pensados desde otro lugar, que implican hipótesis respecto a fallas en la estructuración subjetiva, de la libidinización del mundo, trastornos de tipo narcisista….entre otros, que pueden continuar enumerándose siempre y cuando nos continuemos sosteniendo nosotros en el lugar de quien se interroga por la subjetividad del niño o la niña, por las historias de estos.
Janin (2014) especifica que la atención sostenida corresponde al estado de vigilia, de alerta, por su parte, la selectiva, concierne a la selección de un elemento por sobre el resto de los presentes. Durante las horas de clases, de lo que se trata es de sostener la atención selectiva, la misma debe mantenerse vigente durante un tiempo prolongado. La diferencia radica en cuales son los estímulos que el niño y la niña reciben en los diferentes contextos que habitan, ya que los estímulos predominantes por fuera del ámbito escolar son aquellos que ofrecen impacto, intensos colores, volumen alto, sin pausas… planteándose claramente la diferencia respecto a lo que sucede en la institución educativa. ¿Qué es lo que motiva a un niño para atender a algo específico? ¿Cuándo un niño “presta” su atención?, y nos preguntamos: ¿Los adultos, cuándo prestamos nuestra atención? ¿Qué nos motiva, a qué estamos atentos todo el tiempo? Televisores, computadores…celulares. Las noticias ya. Lo último en mano.
En estrecha relación con lo expuesto, es la observación que podemos muchas veces realizar en la cotidianidad de la práctica clínica: el niño desatento en la escuela se concentra en un juego, en una producción, en una historia, ¿dónde se encuentra, entonces, el déficit neurológico que padece?
Son los deseos y el yo los protagonistas en el camino de la atención. Mientras que los deseos son los motores que guían la dirección hacia el mundo, el yo, en tanto organización representacional, es el factor fundamental para que la atención se pueda ser prestada.
Por parte del psicoanálisis, Janin propone dos tipos de atención: la refleja, propia de la inmediatez, y la secundaria, que se trata de la inhibición de los procesos primarios. Por tanto, se requiere de las investiduras del yo, que posibilitan la inhibición, dirigiendo las investiduras libidinales hacia mundo exterior con el fin de explorarlo. Entendemos que están en estrecha relación con la atención la percepción, conciencia, el yo y examen de realidad.
Por tanto, y dicho esto, las dificultades que afecten el proceso de atención puede tener que ver con dificultades para inhibir procesos primarios o para investir la realidad exterior. Atender es investir. Y nos planteamos las diversas formas en que la atención puede encontrarse perturbada.
¿Qué sucede con este niño que no puede investir este trocito de realidad? En palabras de Janin, pensamos que se trata de “otorgarle valor psíquico a algo y sostener esa investidura, a pesar de los aspectos desagradables que puedan aparecer” (Janin, 2014, p 51).
Este yo, se construye a partir de lo vincular, ya que se trata de la imagen que los otros, figuras de sostén primarias, le devuelven al niño, como un espejo en el cual él se refleja.
Aprehende el niño su imagen, a partir de la ligazón de las diferentes zonas erógenas. El niño, construirá una imagen de sí a partir de representaciones de los otros –figuras significativas- y será este “yo”, el que irá posibilitando la selección de determinados estímulos que el mundo ofrece. El yo, es la representación que cada uno ha construido de sí mismo. El yo placer de los tiempos iniciales da lugar al yo de realidad definitivo, a partir del cual el sujeto se podrá ubicar en diferentes contextos.
Cuando hablamos de prestar atención, de sostener la atención de manera selectiva no estamos hablando de algo simple. Por el contrario, se trata de un proceso en el cual interviene la trama vincular que posibilitó el desarrollo del niño, por tanto, frente a las dificultades que se presenten no podemos dejar de preguntarnos cómo fue dicho proceso.
Janin sostiene que será en relación con ese yo de realidad, junto con el superyó y la internalización de normas e ideales que se logrará acatar consignas, aceptar normas dadas por otros adultos o instituciones y sostener la atención.
Estamos de acuerdo en que desatención, hiperactividad e impulsividad se relacionan con la dificultad para inhibir procesos psíquicos, misión que tiene por delante el yo, inhibiendo el libre juego de las pulsiones. De lo expuesto se desprende que en estos niños hay fallas en la estructuración del yo.
Para que se pueda prestar atención a lo que un docente enseña resulta imprescindible que su palabra sea valorizada, y fundamentalmente, que opere el proceso secundario, permitiendo dejar de lado los estímulos que se presentan y seleccionar y sostener la investidura exclusivamente a lo que se expone por medio de la palabra.
Estamos convencidos de que se debe intervenir apelando a la singularidad de cada niño y niña, al entramado de su historia, a su sufrimiento, a sus dificultades pero también a sus capacidades y potencialidades.
Es interrogándonos por ese ser que se ha construido en la trama vincular con otros, a partir de la identificación primaria, y no a partir de un “ser” que es impuesto por la mirada social, portando un rótulo de moda que ubica al déficit en el lugar central.
Por tanto, si bien puede que presente ciertos síntomas que permitan ubicarlo en alguna clasificación muy de moda, lo mejor será pensar –junto con el niño, junto con su entorno familiar- qué le pasa, como podremos ayudarlo.
BIBLIOGRAFIA
Brotsky, M.(11/08/14) Desatención en/de la infancia. Un pediatra en la comunidad educativa. Trabajo presentado en la primera edición del Simposio Internacional, Buenos Aires. Recuperado de http://foruminfancias.com.ar/un-pediatra-en-la-comunidad-educativa/
Janin, B. (2014) El sufrimiento psíquico en los niños. Psicopatología infantil y constitución subjetiva. Buenos Aires: Noveduc.
Janin, B. (2014) Niños desatentos e hiperactivos. ADD/ADHD. Reflexiones críticas acerca del Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad. Buenos Aires: Noveduc.
Punta Rodulfo, M. (2016) Bocetos psicopatológicos. El psicoanálisis y los debates actuales en psicopatología. Buenos Aires: Paidos.

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