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El jugar en la estructuración subjetiva: Las primeras escondidas

  • Foto del escritor: Ivana Stivanello
    Ivana Stivanello
  • 24 jun 2021
  • 4 Min. de lectura

Los títulos en el presente escrito:

1. El jugar

2. Lo constitutivo: esas primeras escondidas

3. Los adultos en la experiencia lúdica


1- El jugar


En primer lugar nos remitiremos a Winnicott, dado que éste nos señala la diferencia entre el sustantivo “juego” (play) y el verbo sustantivado “el jugar” (playing). Toma éste último dado que conlleva la idea de proceso, de movimiento, de algo que se está construyendo, y no de un producto terminado. Y afirma que todo lo que rige en cuanto a “el jugar” de los niños también vale para los adultos.


Lutereau plantea que lo significativo del juego para el psicoanálisis radica en realizarse la pregunta: ¿cuáles son las dimensiones de juego que realmente importan en psicoanálisis? ¿Cuándo decimos que hay juego?


Pero el autor no nos habla de juego, ni del jugar, sino que se inclina por la noción de experiencia lúdica. Entonces nos preguntamos ¿cuáles son las operaciones necesarias que hacen a la experiencia lúdica?


Señala que, cuando en la sesión nos vemos llevados a aclarar que eso que está desarrollándose “es un juego”, el juego entonces, ha finalizado. Esto nos remite a lo manifestado por Winnicott quien referencia que lo fundamental para comprender la idea de juego es la preocupación que manifiesta el niño en tanto se puede observar en éste, un estado que Winnicott describe como un alejamiento, que tiene un parecido al estado de concentración que manifiestan los adultos. Refiere que el niño que juega habita otro lugar que no es posible que abandone con facilidad y lo que es realmente fundamental: allí no se admiten intrusiones.


Este jugar denominado por Lutereau experiencia lúdica contiene como fundamental cierta forma temporal. Y en la misma línea, plantea que la labor del psicoanálisis es focalizar en este punto, ya que en tanto praxis deberá dilucidar dicha temporalidad a través de la categoría de repetición.


2- Lo constitutivo del sujeto: esas primeras escondidas


Lutereau hace referencia a los usos del jugar: nos centraremos en abordar los modos, siempre diversos, en que el jugar permite la estructuración subjetiva a través de la economía libidinal.


Nos parece fundamental revisar los aportes de Arminda Aberastury respecto de los niños y sus juegos. La autora señala que el juego de las escondidas descripto por Freud a los dieciocho meses surgía más temprano en el desarrollo del niño. Refiere que ese jugar de esconderse, aparecer y desaparecer -tanto uno mismo como los objetos- aparece ya entre los 4 y 6 meses, y lo remite a motivos psicológicos profundos que luego desarrollará enmarcándolos en la “posición depresiva”.


En ese momento el niño elabora el desprendimiento de la relación única establecida con su madre (o adulto que ocupe ese lugar), proceso que dará lugar al desarrollo de la relación con un tercero, rompiendo así la simbiosis (inicial y necesaria) mamá-bebe.


La autora ubicará el jugar a las escondidas como la primera actividad lúdica que emprende el niño en la cual elabora las angustias por el desprendimiento, el duelo por un objeto que se ha de perder.


Si bien Aberastury detalla que se trata de momentos tempranos, señala que el niño juega con su cuerpo y con los objetos que tiene a su alcance, desaparecerá detrás de la sabana y volverá a aparecer, y esto permitirá que el mundo se oculte momentáneamente y vuelva luego, a ser recuperado.


La autora afirma que en estos juegos, tanto el de las escondidas, como el de arrojar objetos al suelo, y exigir que sean devueltos –ambos de aparición temprana- el niño experimenta que puede perder, pero también recuperar lo que ama.


Lutereau señala que no es el juguete condición de juego, no obstante, cuando se presenta encarna la forma temporal que el juego promueve: la repetición.

Este autor señala el placer de arrojar cosas como algo constante en la vida de los niños pequeños a lo cual le asigna un valor constitutivo en la experiencia del sujeto ya que se establece la negación fundamental que marcará la distancia entre adentro y afuera, posibilitando la constitución subjetiva.


Y se refiere allí también al uso de la sabanita –y sus sustitutos, entre los cuales se encuentra tanto el esconder cosas, como el jugar a las escondidas- lo que lo lleva a reflexionar acerca de la relación con el deseo del Otro, lo cual es señalado como segundo aspecto crucial.


De dicha reflexión, surge entonces que en el primer juego se expone la desaparición primera con que nace el sujeto, en el segundo caso se teje dicha falta con una falta en el Otro, de lo cual resulta el “puedes perderme”, siendo ésta la estructura nuclear en la que se fundamenta la experiencia lúdica.


3- Los adultos en la experiencia lúdica


Lutereau desarrolla la función de interlocutor que le cabe al analista en su labor con niños.

En ese punto, el autor señala cuestiones básicas para poder llevar adelante la función de analista de niños: tolerar el desamor que éstos manifiestan y por otra parte, y de fundamental importancia, no asumir el papel de maternaje, esto es, no hacer lugar a las demandas amorosas del niño, sino que por el contrario, se debe allí interrogar de qué se trata, participar del juego, saber leer a qué se está jugando cuando se juega, meterse y ser objeto de su juego.


La experiencia lúdica encarna un modo de relación con el tiempo y en este rasgo temporal se encuentra la articulación entre el juego y los circuitos pulsionales.


Winnicott afirmaba que el jugar tiene un lugar y un tiempo, que no se encuentra adentro y que tampoco está afuera; por ello refiere que para dominar lo que está afuera, resulta necesario hacer cosas, no se trata solo de pensar o desear, y esto lleva tiempo. Entonces concluye que jugar es hacer. Y en este hacer ubicamos el propósito del análisis en tanto al jugar se destraban fijaciones libidinales.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Aberastury, A. (1994) El niño y sus juegos. Buenos Aires: Paidós Educador/12.


Lutereau, L.; Stavchansky, L. (2015) Reinventar el psicoanálisis: Introducción a la clínica con niños. Buenos Aires: Letra Viva.


Winnicott, D. (1971) Realidad y juego. Barcelona: Gedisa Editorial S.A.








 
 
 

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