¿Por qué jugar?
- Ivana Stivanello
- 19 jun 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 jun 2021
El juego es fundamental en la constitución psíquica y social del niño. Es el dispositivo que pone al aparato psíquico a trabajar, se presenta desde los inicios de éste, y es una de sus manifestaciones tempranas más normales. Es primordial preguntarse, ¿está presente en este niño/niña la capacidad de jugar, o no lo está?
Aquí recuperamos la letra de Donald W. Winncott (pediatra y psicoanalista inglés) que ha realizado grandes aportes en relación al jugar, tanto en lo que concierne a éste en los procesos de constitución psíquica como acerca de su importancia y uso en el marco de la terapia.
A través de este “como sí” que es el juego, el niño expresa situaciones conflictivas, así como también elabora situaciones traumáticas.
Winnicott (1980) plantea siete razones por las cuales lxs niñxs juegan:
Por placer, ya que gozan de las experiencias tanto físicas como emocionales que permite el juego.
Para expresar agresión, ya que el niño necesita y valora poder expresar los impulsos agresivos en un ambiente conocido sin que dicho ambiente sea retaliativo, necesita que ese ambiente sea suficientemente bueno para tolerar los sentimientos agresivos.
Para controlar ansiedad, o controlar impulsos e ideas que conducen a la ansiedad; cuando ésta es excesiva desemboca en un jugo compulsivo. Resulta evidente en caso de dar por terminado el juego: si está al servicio de controlar la ansiedad dicho corte genera angustia.
Para adquirir experiencia, ya que las riquezas para el niño se encuentran en el juego y las fantasías, de manera principal; a su vez, su personalidad se desarrolla a través de su propio juego.
Para establecer contactos sociales, ya que es a través de éste que los niños comienzan a permitir que sus pares tengan existencia independiente, impulsa el inicio de relaciones emocionales y el comienzo del contacto social.
La integración de la personalidad y la unificación de ésta se da a través del juego.
Y por último, comunicación con la gente ya que puede estar exhibiendo a través del juego, parte de su mundo interno y externo a personas de su ambiente.
El mencionado autor sostiene que el juego se desarrolla en un espacio potencial: zona de juego denominado también tercera zona.
Ésta es una zona intermedia entre el adentro y el afuera: no se encuentra adentro, en la realidad psíquica interna, pero tampoco afuera, en ese mundo exterior, de los objetos reales. Es un lugar que se habita, allí se superponen el juego del niño con el de otra persona, es donde se da la posibilidad de introducir enriquecimientos.
Requiere siempre la presencia de otro, relación dual que posibilita que el niño despliegue su capacidad lúdica.

Foto: trabajo en consultorio.
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